Para resarcirnos del fiasco del día anterior intentamos afinar más en la elección. Esta pared se encuentra más alejada del núcleo principal pero parece que las líneas y la aproximación estarán bien claras, puesto que se ve desde la carretera. A mi me da buena espina. De las pocas opciones existentes elegimos un espolón de 6c. Como no hay más vías en Aladaglar, la otra cordada elige la misma. Así que decidimos cambiar y optamos por esta línea sencilla pero que se ve muy estética y la pintan bien. Personalmente me gusta muchísimo y la disfruto (no todos piensan igual). Una buena vía con excelente roca pinchosa y que recorre un espolón bien marcado. Lo malo es que se acaba en la nada, en una pequeña punta muy secundaria, bastante antes de la cima. Para nuestro regocijo vemos que un poco más a la derecha hay otra vía, muy reciente puesto que no sale ni en la guía (que sólo tiene dos meses), Mediante una pequeña travesía, nos introducimos en ella y la continuamos hasta la misma cima. Para bajar optamos rapelar por esta nueva, se intuye más recta y no parece que nos pudiera dar los problemas que implican bajar por un espolón a veces escalonado. Es durante este descenso que vamos observando los diversos cráneos y cornamentas convenientemente ligados a la roca y que jalonan todo el itinerario a modo de macabros hitos. Con Adriana y Juanlú.