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Tras delimitar sobre el terreno la línea que se veía sobre la foto e intentar descifrar las dudas de la parte superior, más plaquera y no clara del todo, nos ponemos manos a la obra. Entre medio pasa algo más de una semana, período en el que, por diversos motivos, alargo unos días mi estancia por estas tierras. Uno de los motivos (igual el que más) es venir aquí. Mija, Mampel y yo nos plantamos debajo de la chimenea por la que decidimos comenzar. Resulta mucho más escalable de lo que aparentaba en principio. Es seguro que alguien ya ha subido antes por aquí, por su evidencia y lógico comienzo de la Sherpa. De ahí vamos en busca del motivo que define la línea de la vía: un gran diedro inicial que te manda hacia unas lajas y las placas finales. La escalada es entusiasmante aunque con acumulaciones de bloques que no dan nada de confianza, a veces hay que colocar una chapita para pasar levitando o sin tocarlos. Mampel se pega un curo ciclópeo y lo tira todo para abajo, ahora es otra vía. Misterio: cuando hice la Sherpa ya me fijé en dos reuniones montadas con paraboles de 12 mm, justo a la dere, demasiado cerca. En principio pensé que ya habían abierto la vía, luego vi que no, quizás una inspección previa, pero por la situación de las chapas tampoco cuadraba mucho. Al final pensamos que debían ser fruto de algún rescate o de practicas en pared, o … La primea reunión está en un lugar bastante extraño y no se usa para nada, la segunda, aunque nos desplaza un poquito a la izquierda, respecto al itinerario deseado, si que la aprovechamos por evidente cercanía. Ese día llovía en la costa, al subir atravesamos el mar de nubes y escalamos en un ambiente fantástico. Finalmente nos engullen las nubes y e descenso se convierte en fantasmagórico. El día siguiente, amanece radiante y nos plantamos lo más rápido que podemos en el máximo punto alcanzado y comenzamos a desvelar el secreto de las placas superiores. Mija remata un largo memorable con un tramo digno de Vilanova de Meià. A mi me toca terminar la vía por una placa de roca increíblemente áspera y con sólo un pasito difícil, divertida. Al poco tiempo Mija repite la vía y afina los grados, yo espero repetirla otro día de estos porque merece la pena. Por su dificultad, homogeneidad y belleza, creemos que puede llegar a convertirse en clásica del Penyagolosa.