En los inmediatos alrededores de la Brecha de Rolando encontramos algunas vías de escalada a la antigua usanza. Bueno, para ser exactos, de los dos espolones solo queda uno. A la Fourastier se le fue abajo todo el primer largo y hasta que no se le acondicione otra entrada, está inutilizada. Una pena porque se podía enlazar con la arista del Casco y llegar hasta la muy cerca de la cima escalando una vía de dificultades muy razonables y con poco parteo. Entonces nos queda la otra, el Éperon Clos. No va exactamente por el espolón y resigue un sistema de fisuras uy pequeños diedros muy verticales o en ligero desplome. La escalada es ruda y ardua, más difícil de lo que pintan las reseñas, incluso la mía. Antiguamente se recorría en escalada artificial y hoy en día es un pedazo de largo sumamente continuo y tieso, bastante equipado pero con material de no mirarselo mucho e ir reforzándolo. Roles con spits y rápel. Eso si que si, estamos en uno de los puntos más bonitos y transitados de todo el Pirineo y la afluencia de personal en todas direcciones es enorme. Por lo tanto mucho cuidado con no tirar piedras, porque seguro que le damos a alguien. Ascensión realizada con Yaks; en la base nos acompañó y amenizó Jean-Mi; encargado ese día de avisar a todo el personal (varias decenas) que pasaran rápido y sin mirar arriba: Jean-Michel. Al final fue divertido.